La rutina no es rutina
Muchas veces son los pequeños cambios los que tienen el mayor impacto. Un sutil cambio en una palabra, una pronunciación distinta o el volumen usado, el lenguaje corporal, el cómo y cuándo se hace una frase... todos y cada uno de estos detalles afectan a el cómo un paciente interpreta una conversación, y por ende, la forma en que este responde La mayor parte de nuestro contacto se realiza hasta cierto punto en piloto. automático.
Casi todo lo que hacemos, lo que decimos y cómo nos comportamos (la forma en que de hecho elegimos comunicarnos), es realmente una "rutina". Esto es fácil de entender cuando usted atiende al décimo paciente del día, pero desde la perspectiva de este, pueden haber pasado dos años desde su última visita a su óptica. Para los pacientes, su visita es la única por la cual el profesional tiene que preocuparse ese día. Como estamos entrenados a reconocer señales y síntomas, también aprendemos a escuchar y a reaccionar automáticamente. Tendemos a decir menos o a hacer menos preguntas para investigar, mientras que el paciente puede querer o esperar que nosotros le digamos más.
La forma de tratar a los pacientes como personas y reconocer que se debe personalizar la forma de llevar nuestra comunicación según las necesidades de ellos, es esencial para sacar el máximo potencial de cada relación. En lugar de pensar "tratar a los demás como usted quiere que le traten", piense en "tratar a los demás como ellos quieren ser tratados".
Entender cómo lo perciben los demás a usted, su personalidad, su estilo de interacción y su reputación le ayudará a identificar sus propias fortalezas y debilidades, así como a mejorar sus habilidades de comunicación.